La arquitectura no debe depender de renders bonitos

La Arquitectura no debería depender de Renders Bonitos

Vivimos en una cultura saturada de imágenes, donde la estética superficial a menudo eclipsa la esencia misma de las cosas. Esto no es diferente en la arquitectura, donde la imagen plana, pulida y visualmente atractiva tiende a ser el foco central de muchas presentaciones y campañas comerciales. Sin embargo, la arquitectura es mucho más que una bonita imagen. Aunque el 3D y los renders tienen su lugar, creo firmemente que no deberían ser tan protagonistas en un proyecto arquitectónico de cara a un cliente.

A continuación, quiero explicar por qué la arquitectura no debería depender tanto de estos renders «bonitos» y cómo, aunque el 3D puede ser una herramienta útil, no refleja todo lo que hace especial a un diseño arquitectónico.

La arquitectura es una experiencia sensorial, no solo visual

Cuando pensamos en un espacio arquitectónico, pensamos en mucho más que cómo se ve. La arquitectura afecta todos nuestros sentidos. La textura de los materiales, el sonido que produce el espacio, la temperatura que se experimenta dentro de un entorno, el tacto de las superficies y, por supuesto, la sensación emocional que un espacio puede evocar.

Un render bonito, por más detallado que sea, no puede capturar todas esas experiencias. Los renders pueden mostrar lo que parece que es un espacio, pero no pueden transmitir cómo se siente estar en él. De hecho, cuando diseño, mi mente va mucho más allá de una imagen plana. Visualizo la luminosidad del lugar, la textura de los materiales, que me sugiere los colores, olores y vistas, cómo la gente interactúa con ese espacio. Estos aspectos se pasan por alto en la mayoría de los renders y ni siquiera se puede empezar a capturar en una imagen estática.

El diseño arquitectónico es mucho más que la imagen final

A menudo se piensa que el diseño arquitectónico comienza con una representación visual final, como un render o una ilustración 3D. Pero la verdadera esencia de un proyecto arquitectónico está mucho antes de ese momento. El diseño comienza con una idea, una intuición sobre cómo organizar el espacio, cómo conectar los elementos, cómo integrar la luz natural, cómo gestionar las vistas y lo más importante, cómo crear una experiencia única para quienes lo habiten.

Cuando un arquitecto desarrolla un espacio, está trabajando en la interacción de los usuarios con el entorno, o relaciones visuales con otros espacios, o juegos de luces, o un a funcionalidad o experiencia de uso. Y eso no se captura con un render. No se captura la forma de vivir los espacios por la gente, quizás si captura el cambio de luz a lo largo del día pero siempre con un falseamiento en producción visual, mil veces mejor una maqueta, ahí no deja lugar a dudas de si funciona o no la luz, lo mismo con el efecto de los materiales en un clima determinado. Todo esto se queda fuera de la imagen final. El render se convierte en un bonito escaparate, pero no en el motor del proceso creativo y por desgracia muchos no son conscientes de ello.

La obsesión por el “render perfecto” limita la creatividad

En la cultura de la imagen, existe una presión constante para crear renders hiperrealistas, detallados y perfectos y si se que yo tengo unos cuantos por mis medios de algo hay que vivir. Pero esta obsesión puede tener, mejor dicho tiene efectos muy negativos en el proceso creativo. Los arquitectos pueden empezar a trabajar más para cumplir con las expectativas visuales de los clientes que para explorar ideas genuinas de diseño. La calidad estética de una imagen no debería ser el objetivo final, sino una herramienta para explicar el diseño.

El render se convierte en el objetivo, se pierde la verdadera esencia de la arquitectura, que es el proceso de creación y experimentación. Para mí, personalmente, el diseño arquitectónico está mucho más allá de la representación visual. Las ideas, los conceptos, la funcionalidad de un espacio, las emociones que evoca… todo esto es mucho más significativo que cómo se ve en una pantalla y trasmitirlo a veces es casi imposible hay que construirlo.

El render no es el fin, es una herramienta

El 3D y los renders son herramientas fantásticas que facilitan la visualización de ideas complejas. Pero no son el final del proceso. En mi estudio, los renders se utilizan principalmente como una herramienta conceptual y si como un atractivo de la comunidad por supuesto. Permiten que los clientes y los colaboradores visualicen un concepto de manera más concreta, pero no deben convertirse en la base sobre la que se juzga un proyecto.

En muchos casos, un buen arquitecto puede comunicar una idea perfectamente sin recurrir a un render hiperrealista. Puede usar esquemas, diagramas, bocetos o incluso maquetas físicas para transmitir su visión. El render perfecto no existe y además no es necesario para que el diseño funcione, tiene desde mi punto de vista mucho mas expresión y fuerza un trazado realizado a mano, ya que cada trazo comunica una intensidad un sentido, una emoción, lo que realmente importa es el concepto detrás de ese diseño.

La importancia de los aspectos intangibles

En la arquitectura, muchos de los aspectos más importantes son invisibles. Hablo de la calidad de la luz, la relación entre los espacios o cómo el entorno circundante influye en la percepción del proyecto. Estos aspectos son muy difíciles de capturar en una imagen estática o en un render, incluso por otros medios. Y sin embargo, son estos detalles los que definen realmente un buen diseño arquitectónico.

El trabajo de un arquitecto no es solo crear imágenes que sean agradables a la vista, sino crear espacios que impacten emocionalmente. Un espacio bien diseñado puede provocar sensaciones de paz, sorpresa, confort o incluso incomodidad, todo dependiendo de cómo se ha concebido. El render no puede comunicar completamente estos aspectos intangibles y eso es lo que me lleva a decir que la arquitectura va mucho más allá de la imagen.

Algunos de mis trabajos de visualización, hechos con cariño

Aunque personalmente no creo que los renders deban ser el centro de la arquitectura, debo reconocer que son herramientas valiosas en el proceso de comunicación. Cada uno de estos trabajos refleja no solo un render, sino las ideas, emociones y conceptos que guían el diseño.

Guardería, Little Smille – Marcos Lopez Polo.

Visualización – Alexander Markus Jurado.

Busca mas trasmitir una atmosfera infantil que una imagen hiperrealista y detallada, tratando de seguir la función propia del edificio.

La arquitectura es más que una imagen bonita

Si bien el 3D y los renders tienen un valor indiscutible en la arquitectura moderna, no deberían ser el criterio principal para juzgar un proyecto. La verdadera belleza de la arquitectura radica en su capacidad para crear experiencias espaciales que no se limitan a lo que se ve, sino a lo que se siente. Las imágenes bonitas pueden captar la atención, pero el diseño real va mucho más allá de una visualización. Es un trabajo profundo que involucra múltiples capas de experiencia sensorial, emocional y funcional.

La arquitectura no es solo lo que vemos, sino lo que vivimos en ella. Y eso es lo que debe estar en el centro del diseño. Todo esto sin contar todo el trabajo que conlleva, que no es poco, lo veremos en otros artículos.

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Reflexiones únicas sobre arquitectura, filosofía y materiales, acompañadas de imágenes inspiradoras.

Una invitación a profundizar en nuestra visión creativa e innovadora.

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