Mi nombre es Alexander Markus Jurado, fundador de ARQ-IAM.
Nacido en los Países Bajos, con raíces hispano-neerlandesas, crecí influenciado por ambas culturas, lo que me permitió desarrollar una perspectiva única. Mi camino creativo comenzó cuando jugaba con Lego, K’nex o Mecano, observando formas, estructuras y cómo los espacios pueden influir en las personas. Mi lado emprendedor fue inspirado por mi padre. Este interés evolucionó hasta convertirse en una carrera profesional como arquitecto, lo que me llevó a viajar entre España y los Países Bajos en múltiples ocasiones, siempre buscando integrar lo mejor de ambas culturas y adaptarlo al contexto local.
Mi visión va más allá de la simple construcción de edificios. Se trata de crear espacios que conecten emocionalmente con las personas. La autenticidad y la libertad son pilares fundamentales para mí, y reflejo esto en mi trabajo porque creo que la arquitectura no solo debe ser funcional y estética, sino también genuina y trascendente. Mi objetivo es diseñar espacios que promuevan el bienestar y la conexión humana.
La arquitectura tiene el poder de sanar, ofreciendo entornos que favorecen el equilibrio emocional y la creatividad, permitiendo que las personas encuentren paz, inspiración y autenticidad en su vida diaria. Busco transformar el entorno de cada individuo para que, a través del diseño, puedan sentirse más completos y conectados consigo mismos y con el mundo que los rodea.
A lo largo de mi carrera, he tenido la oportunidad de explorar diferentes facetas de la arquitectura, desde el diseño conceptual hasta la ejecución, y hoy, con ARQ-IAM, mi propósito es ofrecer soluciones accesibles que eleven la calidad de vida de las personas. Mi meta no es solo crear arquitectura, sino dejar una huella positiva en la sociedad.
Aunque actualmente trabajo de manera independiente, cuento con una red de colegas y contactos que me permiten expandir mi círculo. Mi sueño es seguir creciendo, aprendiendo de los maestros que la vida me trae y colaborando con profesionales que compartan esta visión y deseen formar parte de ARQ-IAM o colaborar con él.
Mi mayor inspiración proviene del dolor existencial que he experimentado a lo largo de mi vida. Ese sentimiento de vacío y confusión me ha llevado a cuestionar constantemente el propósito de lo que hacemos y cómo podemos encontrar sentido a través de lo que creamos. El dolor, cuando se enfrenta con valentía, puede transformarse en una fuerza impulsora de creatividad. En cada desafío personal, veo una oportunidad para reinventar algo—el diseño—y hacerlo más auténtico y útil para las personas.
ARQ-IAM surge de mi profundo deseo de cambiar el mundo y abordar las carencias emocionales que experimenté en mi infancia. Fue en esos momentos cuando descubrí el poder de la creatividad como refugio y medio de transformación. Lo que me faltaba emocionalmente, lo encontré en la creación, en la capacidad de generar cosas que al menos me brindaran un sentido de pertenencia, un propósito, una meta.
Así, ARQ-IAM es mi respuesta personal y profesional, una manifestación de lo que la arquitectura puede hacer no solo por las personas, sino por el entorno que habitan. Mi visión va más allá de construir estructuras; se trata de crear espacios que conecten emocionalmente con los seres humanos, ofreciendo lo que alguna vez me faltó: comodidad, conexión y, sobre todo, la libertad de ser uno mismo.