(Y Cómo Evitarlos desde el Primer Boceto)
Diseñar una vivienda no es simplemente elegir un plano bonito o seguir la última tendencia de Pinterest. Se trata de tomar decisiones que impactarán tu día a día, tu comodidad, tu economía y el valor a futuro de tu propiedad.
Como estudio de arquitectura, acompañamos a las personas a concretar su proyecto ideal. Y en el camino, hemos identificado patrones claros, errores que se repiten, muchas veces por falta de información o por no contar con asesoramiento profesional desde el principio.
A continuación, te compartimos los 5 errores más comunes al diseñar una vivienda y las claves para evitarlos.
Diseñar sin tener en cuenta el estilo de vida real del cliente
Uno de los errores más frecuentes ocurre cuando se parte de un plano genérico o de una estética deseada, sin considerar cómo será realmente la vida de quienes van a habitar la casa. No todas las familias viven igual, ni tienen las mismas rutinas, hábitos o necesidades.
Por ejemplo: una pareja joven que trabaja desde casa no debería tener el mismo esquema de espacios que una familia numerosa con hijos adolescentes. Tampoco es lo mismo diseñar para alguien que cocina todos los días que para alguien que come fuera.
Cómo evitarlo
El diseño debe partir de una conversación profunda sobre sus hábitos, expectativas y dinámicas. ¿Cómo viven el día a día? ¿Cómo te imaginas usando los espacios en cinco o diez años? Nosotros no empezamos ningún proyecto sin esa charla inicial.
Ignorar la orientación del terreno, la luz natural y el entorno
Pocas cosas influyen tanto en el confort y en el consumo energético de una vivienda como la correcta orientación. Sin embargo, este es uno de los aspectos más subestimados. Muchas viviendas se construyen sin tener en cuenta el recorrido del sol, los vientos predominantes, las visuales o incluso las condiciones del suelo.
Las consecuencias pueden ser graves: ambientes fríos y oscuros en invierno, recalentamiento en verano, falta de ventilación o incluso problemas de humedad.
Cómo evitarlo
Antes de diseñar, realizamos un análisis detallado del terreno: orientación solar, sombras proyectadas, vientos, vistas, pendientes, accesos y normativa municipal. El proyecto se adapta al lugar, no al revés.
Diseñar solo para el presente, sin pensar en el futuro
Este error es muy común en viviendas familiares. Se diseñan exclusivamente para las necesidades actuales, la edad de los hijos, el trabajo presencial, o incluso el presupuesto inmediato. Pero la vida cambia. Y rápido.
¿Qué pasa cuando los hijos crecen? ¿Y si uno empieza a trabajar desde casa? ¿Y si luego se quiere alquilar o vender?
Cómo evitarlo
Incorporamos el concepto de flexibilidad en cada proyecto, espacios que pueden adaptarse, crecer o cambiar de uso. Una sala de juegos que puede convertirse en un escritorio. Un cuarto en planta baja que puede funcionar como dormitorio en el futuro. Pensar a largo plazo ahorra dinero y evita reformas innecesarias.
No definir un presupuesto claro (y no diseñar en función de él)
Muchas veces, el cliente empieza con una idea vaga del presupuesto: “algo no tan caro” o “lo iremos viendo”. El problema es que eso lleva a diseñar sin límites claros, lo cual suele derivar en frustraciones, rediseños y en el peor de los casos, paralización del proyecto por falta de fondos.
Cómo evitarlo
Trabajamos con estimaciones realistas desde la primera etapa. Antes de desarrollar el proyecto ejecutivo, elaboramos un anteproyecto con estimaciones de costos por metro cuadrado, por rubro y por tipo de material. Esto permite tomar decisiones inteligentes desde el diseño: priorizar, optimizar, evitar excesos innecesarios y construir con tranquilidad.
No contar con dirección técnica durante la obra
Diseñar y construir son dos cosas distintas. Y sin embargo, muchas personas creen que basta con tener “el plano aprobado”. A partir de ahí, entregan el proyecto a una constructora sin contar con supervisión profesional.
El resultado: cambios sobre la marcha, errores constructivos, materiales mal aplicados, decisiones improvisadas y en consecuencia, pérdida de calidad, de diseño y de dinero.
Cómo evitarlo
Ofrecemos dirección técnica y acompañamiento completo durante la obra. Supervisamos que cada detalle se ejecute según lo proyectado, asesoramos en la compra de materiales, respondemos consultas del constructor y defendemos tus intereses en todo momento.
Diseñar bien es una inversión, no un gasto
Diseñar una casa no debería ser una aventura a ciegas, ni una sucesión de decisiones improvisadas que se toman sobre la marcha. Construir un hogar es, ante todo, una inversión emocional y económica que merece planificación, criterio y acompañamiento experto.
Cada elección —desde la orientación de una ventana hasta los materiales de construcción— tiene un impacto directo en tu bienestar cotidiano, en el mantenimiento futuro y en el valor de la propiedad. Por eso, el proceso de diseño no debe reducirse a elegir estilos o copiar tendencias, sino pensarse como una estrategia integral que combine funcionalidad, estética, presupuesto y proyección a largo plazo.
Trabajar con un estudio de arquitectura profesional significa contar con alguien que no solo interprete tus ideas, sino que las transforme en soluciones técnicas, que se anticipe a los problemas antes de que aparezcan, que te ayude a tomar decisiones más inteligentes y que, sobre todo, te acompañe durante todo el proceso con claridad, orden y confianza.
Cuando el diseño está bien pensado desde el principio, el resultado no solo es más bonito o más cómodo. También es más eficiente, más rentable y más perdurable en el tiempo. Esa es la diferencia entre simplemente construir una casa… o crear un hogar que crece con vos y te representa en cada detalle